Te va a ayudar a regular la relación entre la familia y la empresa. Cuando mejora la empresa, mejora también la familia, y viceversa.
Esa persona tiene otra función. El consultor especialista en empresas familiares sabe cuáles son los temas que tienen dificultad en ser tratados y cómo ayudar a los integrantes a anticiparlos y solucionarlos.
Es un rol distinto. Se trata de un especialista con visión de negocios, que guía a los integrantes de la empresa familiar para trabajar adecuadamente.
Algunos caminos recomendables son separar a las personas de los problemas, manejar el diálogo con respeto mutuo, considerar distintas opciones y propuestas, hacer concesiones y mantener la buena relación familiar.
Una cosa es discutir y otra pelearse “a muerte” con el cuñado, la madre o el primo que se desempeñan en la empresa. El consultor en empresas familiares orienta a las personas para que puedan expresar sus opiniones, sus emociones y proponer proyectos sin afectar los vínculos.
Porque el consultor genera y conduce -junto con los integrantes de la empresa- conversaciones efectivas donde se elaboran y definen las relaciones y las formas de manejar la organización. Esto constituye un “botiquín de primeros auxilios” o un conjunto de acciones que se ponen en marcha ante cada conflicto.
El consultor habla con ellos y, en general, les recomienda tener una experiencia en otra empresa familiar, para que su rol sea más efectivo. Si ya han ingresado, los ayudamos a capacitarse para que su rol sea preciso y eficiente.
Por medio de sólidos valores –lealtad, transparencia, confianza–, la capacidad para afrontar los temas “difíciles”, el anuncio anticipado de su retiro por parte del fundador, la elección oportuna de un sucesor, y las reglas claras para la participación de los diversos integrantes de la familia en las grandes decisiones.
Se debe capacitar y concientizar a tu cuñado de que la empresa tiene reglas, roles y responsabilidades concretas.
Si bien esto no siempre ocurre, el ideal es seleccionar a los individuos en función de las necesidades de la empresa en lugar de crear un puesto a su medida. Nosotros ayudamos a crear sistemas de información para que todos los parientes –consanguíneos y políticos- conozcan cómo marchan los negocios.
No es malo contratar a familiares siempre que sea porque hay una necesidad en la empresa, y la persona demuestra capacidad y honestidad. Nosotros ayudamos a mejorar y profesionalizar los recursos humanos.
Eso depende de cada caso. En general, el tiempo mínimo para hacer un “diagnóstico y tratamiento” es de tres a seis meses.
Profesionalizar la empresa no es dotarla de profesionales sino aprender a tomar decisiones estratégicas con el respectivo análisis profundo que requiere cada tema. Eso se logra instalando una cultura donde la meritocracia sea el factor determinante, y no el parentesco o el apellido.
Es natural que el fundador extrañe la empresa a la que él le dio vida. Para que esa persona acepte el paso del tiempo y el cambio de funciones, hay que ayudarlo y acompañarlo en encontrar otras actividades que le den sentido a su vida.
Esas personas necesitan recibir conocimientos mínimos sobre gestión, que les van a permitir entender mejor cómo funciona una empresa. En general, reciben esa capacitación con buena voluntad y luego pueden comprender con objetividad cómo se gestiona una organización y, sobre todo, qué se puede y no se puede esperar de ella.
Esos momentos nunca son buenos para hablar de trabajo. A través de ciertas pautas, el consultor en empresas familiares ayuda a que esas charlas solo se den en el ámbito correcto. Si bien es difícil no hablar de la empresa en la familia, se debe minimizar las decisiones que se toman en esos encuentros o momentos.
Puede durar de uno a cinco años, si está bien planificada. Es bueno mirar la sucesión no como un hecho sino un proceso de planificación. Hay que estar preparado para él y dotar a las personas que lo transitarán las herramientas que les permitan resolver adecuadamente los desafíos del momento.